Compartimos la reacción de Ana Santaolalla, trabajadora social de la Residencia Los Llanos Vital y socia de Megara, acerca del programa ‘Hablando en plata: el escándalo de las residencias», presentado por Sonsoles Onega.
Queremos caviar, caviar, caviar
¿Cuántos de los que estuvieron el pasado jueves en el plató de televisión participando del programa “hablando en plata” tienen conocimiento real, profundo y contrastado del sector de la Dependencia, de la atención en Residencias de Mayores, de las políticas económicas y sociales, de las reivindicaciones y denuncias de las patronales, de las mesas de trabajo entre los gestores y las administraciones para el diseño de planes de atención Residencial? Sin ser una experta, os aseguro que pude darme perfecta cuenta de quiénes eran.
¿Cuantas veces Alberto Chicote ha estado delante de un inspector de centro acompañando en su vigilancia y evaluación de la prestación del servicio al mayor, o ha estado con la inspección sanitaria en cocina, recogiendo muestras y testando el cumplimiento de los protocolos?
Qué conoce de las residencias, sobre el protocolo de elaboración de menús. ¿Acaso se ha sentado junto al nutricionista en sus reuniones con los médicos, ha seguido el proceso de elección de proveedor, ha visto cómo se almacena los alimentos en el centro, el control de las caducidades, el respeto a las cadenas de frio? Según lo que pude ver el pasado jueves, todo lo que nos enseñó pudo conocerlo a través de fotos que le proporcionaron o testimonios elegidos.
¿Cuántas veces ha estado Chicote en la cocina de una Residencia de Mayores sofriendo cebollas, preparando además el menú de los diabéticos, el menú triturado con el espesor perfecto y el sabor que lo haga apetecible y sin olvidar a demás a esos tres residentes que, como nunca comen lentejas, les harán hoy algo diferente aunque eso signifique terminar mas tarde?
Pocas Chicote, muy pocas. Al menos, para este último programa, diría yo que ninguna. Claro, no te dejaron entrar. Yo, a mi casa, a la casa de mis mayores, tampoco lo hubiera hecho porque me enseñaron que las puertas de casa no se le abren al primero que llama. A las casas se entra si existe confianza, si se entra con respeto, con permiso de la gente que allí vive y sabiendo la intención y el motivo de para que se le abre la puerta de la intimidad a un desconocido. En la nuestra, como seguro que en tu casa, abrimos las puertas con atención y con intención.
Por eso, también le pregunto a Sonsoles Ónega a cuántas Residencias ha llamado para contar su proyecto y solicitar a los mayores el poder vivir en los entresijos de la cocina, de las dietas, de los menús y conducir así el programa del jueves, además que desde el confort de un plató apoyada por editores, documentalistas, guionistas y redactores, desde su experiencia de un desayuno compartido de una mañana cualquiera de mas de una Residencia de España.
Tristeza, falta de reconocimiento y hambre de sensacionalismo
El jueves al ver el programa sentí de nuevo tristeza, soledad, rabia, falta de reconocimiento, de seriedad y mucho deseo de sensacionalismo para poner en valor el trabajo de quienes “han construido la historia” frente a al trabajo de quienes hacemos la historia de los Centros día a día.
Llevamos mucho mucho tiempo trabajando de manera seria y reflexiva y exigente para dignificar los cuidados que se ofrecen en la Residencias. Somos muchos los profesionales involucrados, cada uno desde sus ámbitos profesionales concretos, por desarrollar políticas de bienestar, protocolos de atención individualizada en el marco ahora de atención Centrada en la Persona, en desarrollar equipos interdisciplinares que junto a los Mayores y sus familias continúen con los proyectos de vida incorporando apoyos para su desarrollo vital.
Compartimos en los foros de formación la visión del mayor como protagonistas del cambio. Fomentamos la participación y la comunicación, nos apoyamos en los comités Éticos, desarrollamos programas comunitarios rompiendo los muros de la institucionalización. Buscamos y contrastamos con otros modelos, otros sistemas fuera del nuestro e importamos aquello que trae beneficios para a quienes cuidamos. Implementamos la cultura de la no sujeciones, el programa de prevención de caídas, el de soledad no deseada.
«Cuidamos mucho nuestras comunicaciones con familias, medios de información y agentes sociales generando un vocabulario específico que trate con respeto y dignidad a nuestros mayores«
Ana Santaolalla
Tener la posibilidad de conocer otras experiencias en otros centros nos permite darnos cuenta del sin fin de posibilidades y alternativas de programas de rehabilitación, de estimulación y de soporte social que se pueden implementar, y las aprendemos y las compartimos y las revisamos. Nos creemos que el lenguaje genera pensamiento y por eso cuidamos mucho nuestras comunicaciones con familias, medios de información y agentes sociales generando un vocabulario específico que trate con respeto y dignidad a nuestros mayores. Luchamos por su autodeterminación. No. No me gusta nada escucharos decir “el moridero” de las residencias o “cuando llevo a ingresar a un familiar a una residencia”. Solo Josep de Martí pudo apreciarlo.
Pero además nuestros equipos de auxiliares, en centros dónde la mayoría de los mayores son dependientes moderados o severos, ponen en pie a todos ellos, les acompañan en la ducha diaria, en los cambios de pañal, en sus traslados por el centro. Les dan de comer o ayudan con paciencia y sensibilidad a unos y otros. Siestas, meriendas, más cambios de pañal. Escuchan sus quejas, ceden a sus ruegos, esperan a que elijan el collar que querrán ponerse, les hacen la raya al lado del pelo que acostumbraba a llevar siempre o esperan a que decidan por la ropa que quieren vestir. Profesionales que reciben el cariño y afecto de muchos o las impertinencias o rabietas de otros. La caricia de Carmen o el arañazo y puñetazo de Pedro, que por su demencia, no recibe de buen grado la necesidad de levantarse y vestirse. Son las compañeras de servicios generales las que limpian la habitación de un mayor que no sabiendo lo que hace ha llenado la cama y el suelo de heces y quienes acompañan mientras limpian en plantan, con la voz y la vigilancia al mayor que está en su habitación en su decisión personal a pesar del riesgo de caída.
«Y 60 euros al día permitimos TODOS que sea el precio que tiene todo lo que significa nuestro trabajo y todavía se preguntaba una entrevista por Chicote que a dónde van esos 60 euros, que quiénes se lo quedan.«
Ana Santaolalla
¿Cuánto dinero cuesta dormir en un hotel una noche con desayuno incluido? ¿Es mucho 60 euros al día para la atención de un mayor, la manutención, calefacción, agua, atención médica, de rehabilitación, talleres, limpieza de habitación, apoyo en AVD? Es posible con ese precio día que la madre de la entrevistada pudiera tener esa atención, los trabajadores un sueldo que reconozca su trabajo, disponer de una ratio de profesionales mejor que el actual, un margen para mejoras y además un resultado viable a una gestión del servicio? Está el pecado en lo que se queda la empresa o en lo que desde un principio no es matemáticamente posible.
Es momento de seguir, tras lamernos nuestras heridas, porque quedan muchas cosas por hacer sabiendo como dicen que en el año 2050 la población estará aún mas envejecida. Y por eso mañana de nuevo muchos profesionales se levantarán y llegarán hasta sus Residencias para comenzar con otra jornada de trabajo. Recepcionistas, personal de mantenimiento, compañeras de servicios generales, cocineros, pinches, compañeras medicas, enfermeros, trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, auxiliares gerocultores, personal de administración, gobernantas, supervisoras de planta, técnicos de animación socio cultural, profesores de taller, personal de dirección, todos involucrados en un trabajo que construimos día a día con la voz y en la demanda de los mayores.
Por eso, porque atendemos a quienes más queréis, porque compartimos junto a vosotros del cuidado de personas con años y con valor, porque un día os cuidaremos a vosotros, por favor, acompañadnos en ello con respeto y consideración porque como trabajadores, la verdad, nos sentimos muchas veces, muy muy solos, mal cuidados y muy poco reconocidos.